Sobrevivir y tratar de ser feliz fueron dos prácticas constantes y colectivas en el Perú de los noventa. En aquellos años, este país
no era popular por Machu Picchu, ni por su rica gastronomía; sino más bien por
una escandalosa inflación económica y un gobierno frenético, inhumano y completamente corrupto, así como
por los asesinatos diarios y coches bomba que Sendero Luminoso decía ejecutar
en aras de un país más justo. Fue en esa trastornada coyuntura que la clase
social media no puede sobrevivir con los paupérrimos sueldos que recibían y
comienzan a utilizar sus vehículos en sus tiempos libres para hacer taxis.
Este es el tema que aborda Heddy Honigmann en el siguiente
documental. Con gran sencillez logra captar la complejidad de la vida de estas
personas. No resulta gratuito que casi toda la filmación ocurra dentro de los
taxis pues se trata de “husmear” en el mundo interior de estos sujetos,
reconocer aquellas características que les permiten ser felices en una
situación tan frustrante, tema recurrente en los trabajos de Honigmann.
Solamente con un sonidista y ella abordo el documental logra capturar esa oscilación emocional entre
la necesaria dureza de espíritu que demanda el acto de sobrevivir (metal) y la constante
tristeza que se experimenta al saber que el tan ansiado estado de bienestar al
que todo ser humano tiene derecho se les escapó nuevamente de las manos (melancolía).
Solo en determinados momentos se filma desde afuera y el objetivo sigue siendo
el mostrar una cruda realidad que rodea a la clase media.