Feliz cumpleaños Maestro


Sin duda una fecha con gran significado para todos aquellos que gustamos de la literatura. Hace exactamente 112 años nació aquel sujeto que con admirable humildad y única pretensión de expresar lo que sentía revolucionó la narrativa hispanoamericana.
Es a través de sus juegos con el tiempo, simbologías formidablemente inventadas, y  paradojas de conjuntos infinitos  que nació en mi el interés por la lectura, como seguramente en muchos de ustedes.
Gracias maestro, y feliz cumpleaños.

El Centenario (1953) de Augusto Monterroso


Riqueza de sentido de mímesis, desde luego sin abusar, es lo que hubieran opinado en mis vespertinas clases de Narrativa en la PUCP. En "El Centenario" encontré un bonito universo construido y expuesto a manera de crónica; estilo narrativo que si bien fue concebido para referir a hechos históricos, en este caso expone un suceso que inicialmente tiene pinta de realidad objetiva, luego toma tonos metafóricos y finalmente parece convertirse en una fábula.
"El Centenario" deja la imagen de un sujeto con tal afición por el dinero, como su misma altura y que terminan siendo la causa de su propio fin. Es un bonito cuento, te atrapa, y puedo apostar que lo que encontraste al final fue completamente inesperado. Solamente después uno se da cuenta de cómo el relato había sido alimentado de principio a fin con sutiles indicadores. El desenlace otorga al cuento ese tono de ficción cautelosa con que se encubre una verdad.
Monterroso hizo una crónica hasta el punto en que lo que parecía insólito termina siendo la causa de la muerte de Orest Hanson. En "El Centenario" lo mimético es claramente reconocible, me refiero a lo involucrado en "lo que fue el personaje". Lo poiético se aprecia más en la parte final del relato, que es cuando los pequeños detalles de la narración y el título cobran sentido, o como diría Platón: "la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser". Encontré en este cuento una entretenida manera de recordar los conceptos de mímesis y poiesis.

Borges y Yo (1960) de Jorge Luis Borges

Audio:  “Borges y Yo”, leído por Jorge Luis Borges




Sería un pecado continuar este blog sin mención alguna al maestro Borges. Gracias a él fue que desarrollé ese gusto por la lectura que hasta el día de hoy conservo. Particularmente me encantan los cuentos, aquellos que fueron escritos por ingeniosas mentes que se las arreglan para que el último párrafo se convierta en una estocada final para el lector, que termines de leer y sientas que te quedaste sin piso. Es por ello que no podría seguir posteando sin mencionar a Jorge Luis Borges. Y seguramente lo haré miles de veces más.
"Borges y yo", desde mi humilde opinión, es una pieza maestra. Con cada línea leída uno va descubriendo un conflicto existencial y vivencial bastante fuerte y sin solución que subyace a la singular relación de corte metafísico compartida por el "Borges humano" y el "Borges literato". Este último vive y existe porque se alimenta del primero; y a pesar del tono sosegado con el que escribe este "Borges humano", líneas mas tarde expresa: "Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas...". Se pone en evidencia entonces un intento pasado en el que el "Borges humano" se despoja de sus actividades relacionadas con temas melodramáticos de la argentina popular, escenarios reales y objetivos; para hacer exclusivamente suyos los temas de corte metafísico, mucho más elaborados y desvinculados de un plano real. Sin embargo, el Borges que habla sobre "El Aleph" nuevamente se ha apropiado de ese Borges que quiso en ellos encontrar su entretenimiento personal.
Dije que el conflicto desarrollado en el cuento es bastante fuerte porque siento que el "Borges humano" quiere hacerse un espacio y dar testimonio como alguien que está atrapado. Imagino a un "Borges humano" encerrado y desde una ventana de la cárcel pidiendo ayuda, manifestando que está en dificultad. Sin embargo el "Borges literato", posesivo por naturaleza, lo deja sin posibilidad de voz. No sé de que otra manera explicarme pero lo genial y perturbador de "Borges y yo" se puede notar mucho más en la última frase: "No sé cuál de los dos escribe esta página.". Es justamente esa ambigüedad que subyace a la historia la que provoca que en el momento que este texto, o llamada de auxilio, es escrito, deje de ser autoría del "Borges humano", porque el Borges consagrado ya intervino para que el relato termine siendo como es: un relato ingenioso y creativo. Estamos entonces ante una situación en la cual cualquier intención del "Borges humano" decanta inevitablemente en la invasión del "Borges literato". Este último invade a todo lo que es expresión, y le da su tono y estilo. Nuevamente la habilidad de Borges está en la última línea. Esta es una síntesis de todo el conflicto. Es la estocada final.
Sin duda los cuentos de Borges son un ejemplo de estrategia narrativa; el texto y la trama se van organizando de manera que cada elemento cumple una función, sin nada que sobre ni falte. Borges trabaja mucho en el elemento verbal, es decir, no añade demasiados elementos a la historia, sino que esta se soporta básicamente en el discurso. Sus cuentos terminan con algo que redondea el todo, no necesita un final con un gran relato.
Por eso, Borges es uno de los representantes mas importantes de nuestra literatura, por ello pasó a la historia y también por no haber ganado el premio novel, premios que a veces no tienen ni lógica ni justicia.

Continuidad de los parques (1956) de Julio Cortázar

Audio: “Continuidad de los parques”, leído por Julio Cortázar



Cada vez que pienso en “Continuidad de los parques” dos cosas vienen a mi mente: uno, Maurits Cornelis Escher; y dos, la maestría que tiene Cortázar para tomar de la mano al lector y conducirlo ingenuamente hasta el último párrafo (en esta genial ocasión, hasta la última línea del último párrafo) para allí sorprenderlo con un final absolutamente inesperado.
Es cierto que conocí a Cortázar a través de “Final del juego”, pero más allá de la subjetividad que rodea a mi persona y este libro, creo que todos los que han tenido la oportunidad de leer “Continuidad de los parques” se sintieron fascinados en el momento que la realidad ficcional de la novela que el sujeto lee invade la realidad objetiva desarrollada en el cuento; una transgresión súbita e inesperada de toda ley física que intente describir el comportamiento del espacio y tiempo.
Si escucho a alguien mencionar “Continuidad de los parques” mi mente trae irremediablemente a un primer plano la litografía de Escher nombrada “Galería de la impresión“, allí, un sujeto dentro de una galería de arte mira tranquilamente un cuadro que comienza a ampliarse y deformarse tan sutilmente que es posible seguir la imagen sin mayor exabrupto. El cuadro muestra los edificios cercanos a un puerto; uno de ellos resulta ser una galería de arte, en cuyo interior (oh sorpresa!) se encuentra el sujeto mirando el cuadro.
Cortázar logra este mismo efecto, pero haciendo uso de otro tipo de arte: el arte de narrar. Podemos notar un fascinante estilo de narración que se conserva igual a lo largo del texto, lo cual impide al lector notar algún indicio de la ruptura alógica que está por darse entre lo ficcional y lo “real” de la novela.
A mi me gusta pensar que Cortázar, al momento de escribir este cuento, reflexionaba sobre cómo el lector llega a ensimismarse ante la lectura de un buen libro. Si tal cosa sucede, el sujeto se desentiende del mundo exterior a un nivel que dicho mundo puede suponerse inexistente. Me gusta pensar que Cortázar quiso dar un paso mas allá de lo convencional y sugerir que ante semejante deleite, el lector, acomodado en su sillón verde, con todo la tranquilidad y sosiego que este color puede denotar, deja de ser un simple observador y su imaginación se desentiende de los límites que le ha impuesto la naturaleza. Su imaginación comprende ahora que existe para complementar a la naturaleza y no para someterse a sus leyes. Finalmente, el lector se convierte en un participante, así sea para dejar de existir.